El mundo digital nos atraviesa a todos, a adultos y a niños. Estamos rodeados de pantallas: móviles, tablets, ordenadores, televisores, etc. Para muchos, son hasta extensiones de los brazos y las manos. La interacción con los estímulos digitales está aceptada y naturalizada en casi todas las familias.
Pero, ¿qué pasa cuando nuestros hijos se sientan durante horas frente a una pantalla? ¿Qué los ocurre cuando cambian el deporte por la tecnología? ¿Les afecta? ¿Atenta contra su crecimiento? ¿Deteriora su inteligencia? Preguntas como éstas inquietan a la mayoría de los padres.
La preocupación es lógica: estamos frente a la primera generación de adultos que tiene entre sus manos estas dudas. La era digital no era un problema para los padres de hace 20 o 30 años.
La ciencia, con sus estudios e investigaciones, nos ayuda a la hora de encontrar algunas de estas respuestas.
Niños y pantallas: las visiones más críticas
Son muchos los científicos, investigadores y académicos que alertan de lo perjudicial que son las pantallas para los más pequeños. Hay cierto consenso respecto a edades y hábitos con los dispositivos electrónicos.
- Los menores de 2 años no deberían estar expuestos a pantallas nunca, bajo ningún concepto.
- Los mayores de 2 no deberían pasar más de media hora al día frente a estos dispositivos, siempre bajo la supervisión de los padres o cuidadores.
- A partir de los 7 años, la recomendación es máximo una hora y nunca en las comidas.
- Entre los 12 y los 15 años el tiempo se extiende a hora y media, dejando el periodo de 2 horas a partir de los 16 años y nunca en la habitación.
La voz más crítica de este grupo de científicos es la del neurocientífico francés, Michel Desmurget, quien ha encendido una alarma con su libro “La fábrica de cretinos digitales”, sobre los peligros del uso de pantallas en niños y jóvenes.
Este profesor de Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de California en San Francisco dedicó cinco años a estudiar el impacto de las pantallas durante el crecimiento de los niños.
Sus conclusiones son que “los nativos digitales son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres” y que “estas herramientas dañan el cerebro, deterioran el sueño, interfieren con el lenguaje y el éxito académico, perjudican la concentración y aumentan el riesgo de obesidad”.
Una tesis similar, aunque menos tremendista, traza la psicóloga Sheri Madigan, investigadora de la Universidad de Calgary. «Los padres pueden pensar en las pantallas como si les dieran comida basura a sus hijos: en pequeñas dosis no es tan malo, pero con exceso tiene consecuencias», señala.
Su estudio, con un muestreo de 2.400 niños, concluye que cuanto mayor es el tiempo delante de pantallas a los dos y tres años, peor es el desempeño escolar a los tres y cinco años.
Niños y pantallas: poco de qué preocuparse
En la otra acera, se ubica el psicólogo Wallace E. Dixon Jr., profesor de la universidad estatal Tennessee Este, autor del libro: “Desafío del vínculo entre la exposición a la televisión en la primera infancia y los problemas de atención posteriore”.
Según su investigación, no hay relación directa y causal entre el uso de las pantallas y la aparición de trastornos de aprendizaje o de concentración. Observa natural la relación de los pequeños con la tecnología.
«Encontramos que todavía no hay evidencia de que la televisión, por sí sola, cause TDAH o algún tipo de problema de atención en los niños pequeños», dice este investigador.
El autor explica que una de las claves para la elaboración de este estudio es el de “aliviar y no culpar a los padres por dejar que sus hijos vean la televisión cuando son muy pequeños».